Aumenta el interés por conocer más sobre tus naranjas, frambuesas, fresas, melocotones, etc. Existe una necesidad de recabar información. Que sepas que los procedimientos usados en la producción de tu cosecha se encuentran en el punto de mira; surge la necesidad de controlar el uso de recursos, la exposición química a los tratamientos, o por conocer el compromiso de las explotaciones por la conservación del medioambiente. Esta idea viene promovida en Europa desde la aprobación en 2012 del marco de actuación para conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios. Es un nuevo concepto que supone un cambio de mentalidad en nuestra agricultura. Ya muchos la siguen.
Todos estamos involucrados (agentes agroalimentarios, intermediarios o no de la cadena de producción). ¿Y quiénes somos “todos”?: La administración, fabricantes de maquinaria, los mismos agricultores, las comercializadoras, las grandes superficies, y, cómo no, los consumidores.
Sabemos que el avance tecnológico ofrece ya la posibilidad de atender a esta demanda de información. Pero en las explotaciones agrícolas aún hay faltas, existe una brecha por cubrir, una adaptación de camino entre la producción tradicional y la nueva filosofía comunitaria; hay diferencias procedimentales, como por ejemplo, entre el hecho de rellenar cuestionarios para cumplir certificaciones comerciales (puro trámite), y el hecho de contrastar datos a tiempo real sobre la situación de la explotación agrícola. Por eso pensamos que esta exigencia conlleva un cambio de modelo agroalimentario a pie de campo, un giro activado por la obligación de instaurar el “uso sostenible”, el ahorro energético a través de la optimización de las tareas y la reducción de los tratamientos, enmarcado todo en un cuidado del medio ambiente; pero también el cambio viene forzado por la necesidad de gestionar la información mediante una trazabilidad continua, facilitando así la consulta y difusión de datos a cualquiera de los agentes intervinientes en la gestión agroalimentaria. Un cambio que, sí o sí, se forjará a partir de la digitalización de la empresa agrícola.
Fijaos cómo se va generalizando el nuevo vocabulario agroalimentario:
Producción integrada: es la que permite la utilización de productos agroquímicos de síntesis (abonos, pesticidas., etc), haciendo un mínimo uso de los mismos.
Trazabilidad: serie de procedimientos que permiten seguir el proceso de evolución de un producto en cada una de sus etapas.
Sostenible: desarrollo que asegura las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de futuras generaciones
Optimización de recursos: mejora de los procedimiento de la empresa para que tenga mejores resultados, mayor eficiencia o mejor eficacia.
Cuidado del medio ambiente: reducir agresión a nuestro entorno, adoptar hábitos de ahorro energía, de disminución de contaminación conservando nuestros recursos naturales limitados.
Este cambio de modelo agroalimentario es una nueva manera de producir, bien sea de forma integrada o tendente hacia un régimen ecológico. Digamos que la fruta o la hortaliza sigue su ritmo de crecimiento natural (por supuesto que la producción “sana” se presupone), pero el método de trabajo debe ofrecer la posibilidad de controlar con total transparencia sus tratamientos, las previsiones, la forma de combatir enfermedades, los momentos de la temporada, las incidencias creadas, el nivel de resultados, los recursos utilizados, y, por supuesto, registrar esta inmensa cantidad de datos en nuevos proceso por descubrir.
Nos orientaremos pues hacia nuevas formas de producir usando “herramientas” tecnológicas que faciliten un control continuo y establezcan una nueva gestión del trabajo de campo (observa este ejemplo de evolución en el control de pulverización del H3O de Pulverizadores FEDE). El cambio hacia la nueva producción pasa por la adaptación de la empresa, una transformación hecha gracias a la tecnología, un compendio de habilidades nuevas como la continua comunicación, la interacción con el medio y a través de diversos canales, la recogida de datos, etc.
Claro está que a muchos les caerá un poco lejos ya la transformación, bien sea por motivos de edad, incapacidad de inversión, o simplemente por pereza; La savia nueva (relevo generacional del campo) debería de seguir la pauta y hacer suyo este modus operandi esencial. De ahí la importancia de incorporar jóvenes al campo. A ellos se les presupune la predisposición al uso de nuevas herramientas.
Una vez que admitamos el cambio y la necesidad de incorporarnos a esta nueva revolución agrícola, veremos que todo apunta hacia la transformación del modelo; algo que, en teoría, beneficiará el recorrido agro-alimentario que va desde el campo hasta nuestra mesa. ¿Te parece que empecemos ya?
Moisés Zamora Bayo
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