Siendo como ha sido convulsa la campaña frutera onubense a primeros de año, se ha desarrollado con carencias comerciales por motivos varios: climatología, exceso de producción, competencia, etc. Al final, llegados a julio-agosto hemos vivido los acontecimientos centrados en el conflicto geopolítico ruso. Y habiendo pasado ya un mes desde este veto ago-alimentario, asistimos en Huelva a la nueva temporada de frutas. Y será así a pesar de los estudios de impactos alrededor de las prohibiciones, contando con las indemnizaciones a la producción de la UE, efectuando la retirada de frutas incluidos los incrementos de última hora, o la ampliación de cobertura sobre otras frutas (cítricos, caqui y granada).
Sobre el escenario la sensación es que, independientemente de los acontecimientos estacionales, políticos, o comerciales, se van sucediendo cada uno de los finales e inicios del ciclo de plantación-cosecha, y como cualquier otro año anterior los “actores” toman posición e interpretan su papel.
Los ejemplos de plena normalidad los leemos hoy mismo en la prensa agrícola especializada:
La campaña del tomate batirá record en Extremadura
Arranca la campaña de verdeo con mejores previsiones de precios y exportaciones
El paro agrícola baja un 3,12% en agosto y se sitúa en 213.995 personas
España: La campaña de fruta de hueso va terminado con precios algo superiores
Concluimos pues que la adaptación del sector agro-alimentario está forzada por un tirón de producción imposible de limitar de un día para otro (aparte catástrofes) y si no, ¿cómo es posible acabar con inversiones millonarias de explotaciones kilométricas? El mismo árbol en pleno campo sigue su curso de crecimiento, habría que cortarle el riego o talarlo para anular su vida vegetal. Pero nada de esto está ocurriendo. La vida sigue igual. Los miedos del productor son parecidos a los de años anteriores: el clima, los precios, la mosca de la fruta, la araña en el tronco, más de lo mismo. No sabemos si es sólo nuestra percepción (o lo que queremos ver), pero asistimos a una actividad semejante a la de años pasados.
Cabe aún una postdata optimista: el señor #Draghi, presidente del Banco Central Europeo, acaba de abrir el grifo monetario para que, entre otras acciones, llegue al consumo doméstico la bonaza económica (supuesta) de las altas esferas, consiguiendo así la activación de la demanda interna del país. Si sólo nosotros percibimos esto como algo positivo, pueden ocurrir dos cosas:
- que seamos unos optimistas empedernidos de los que ven el mundo color de rosa,
- o que acertemos de pleno en asistir a una provocación de cambios de tendencia económica.
¿Quizás nos iría mejor si viéramos el vaso medio vacío?
Moisés Zamora Bayo
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